ENRIC SOPENA
29/09/2005
Cabos sueltos
Una afirmación antiespañola
La afirmación de Eduardo Zaplana mezclando los debates sobre el Estatut con los últimos atentados de ETA es repugnante. Peor aún: es antipatriótica. O, en otras palabras, antiespañola. Porque insinúa una interrelación entre la banda terrorista ETA y la política de los partidos catalanes, con la excepción del PPC.
Es antiespañola porque esta acusación –que resulta inequívoca- de que cuatro partidos catalanes hacen el juego a ETA, o andan concertados con ETA, los deja literalmente fuera de la España democrática y constitucional. Eso significa que una inmensa mayoría de ciudadanos catalanes no son, pues, según Zaplana, dignos de ser españoles. O supone que Cataluña no es España, frase que con otras palabras pronunció recientemente, por cierto, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, aunque luego rectificara de forma precipitada.
El PP se ha convertido –con honrosas salvedades- en una factoría de fabricar secesionistas catalanes. Han convertido Cataluña en una obsesión perversa, como hizo el otro día también Aznar al anunciar –en alusión al proceso del Estatut- que se camina nada más ni nade menos que hacia un cambio de Régimen.
La trayectoria del Estatut -salga o no salga mañana- ha estado jalonada de múltiples torpezas por parte de ciertos líderes catalanes. Ha habido errores, ha habido manifestaciones desafortunadas y ha habido excesos retóricos y conceptuales difícilmente defendibles. Pero ha habido asimismo, y desde el inicio de la gestación del tripartito, una demagógica presión –con ocasión y sin ella-, desde la derecha política y sus púlpitos mediáticos, contra el nuevo Gobierno catalán. Este dato es irrebatible y no ha contribuido más que a calentar la presión ambiental con riesgos de fractura en la convivencia. ¡Ojo porque algunos juegan sistemáticamente con fuego!
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