19/11/05

Los piscineros

Los piscineros
JOSEP VIDAL VALICOURT
Jaume Sastre, alias Sobrasada Colérica, y Joan Puig, diputado de ERC, asaltaron el otro día el chalet de Ramírez, el forastero vil que pretende arrebatarnos nuestra amada tierra. Se ha recuperado el espíritu aquél del barco de rejilla, que tanto echábamos de menos. Gracias a individuos de este sosegado temple, los mallorquines podemos estar tranquilos. Ellos están dispuestos a defendernos de las garras malignas de los forasteros desaprensivos. Contemplar en el diario las carnes fofas y blancas de tan ilustres personajes es un espectáculo que debiéramos agradecer los autóctonos de bien y los que se pasan el verano de bostezo en bostezo. Lograron darse un chapuzón en la misma piscina del periodista. Toda una proeza. Los esbirros de Serra consiguieron acceder al lugar sagrado. De hecho, todos los mallorquines nos tendríamos que ver bien representados por estos sujetos, para luego emigrar definitivamente y dejarlos solos, retozando en la piscina de Ramírez y en todas las piscinas de los chalets abandonados por nuestras personalidades veraniegas que, aterrorizadas por el terrorismo de baja intensidad de Sobrasada Colérica y sus secuaces, optaron por largarse de aquí. Tan tremendo personaje causa respeto, no por su ideología carnicera, sino por su traje de baño. Lo mismo le ocurre a Joan Puig: su traje de baño verde no tiene desperdicio. Mucho más preocupante éste último que, en definitiva, es un diputado que ahora mismo está rigiendo los destinos de su querida España. El otro, nuestro independentista, no deja de ser un no muy logrado personaje de cómic. Yo también me quiero bañar en la piscina de Agatha, hacer unos largos y decirle al expectante pueblo mallorquín: "lo hemos conseguido." Personajes como el nuestro son necesarios en una sociedad tan abúlica, tan huérfana de líderes carismáticos. Necesitamos a alguien que sepa tocarnos la fibra patriótica.
Alguien que, en fin, nos haga vibrar con sus hazañas de Zipi y Zape, que con su cólera de embutido nos arrastre a una posible revolución balear. He detectado (el pulso de la calle no miente) que la inmensa mayoría de mallorquines estaría dispuesta a sufragar la construcción de un mastodóntico barco de rejilla en honor a tantos mallorquines caídos bajo la bota aviesa de los forasteros. Aunque me temo que todo esto es fruto de una alucinación de carácter severo, y la verdad sea cruelmente otra: que los mallorquines veamos todo este espectáculo con mucha vergüenza ajena, literalmente abochornados, como los catalanes deberían sentirse tras haber leído el artículo que Oriol Malló escribió en Avui. Un artículo que destilaba un odio muy denso hacia Félix de Azúa, Boadella, Arcadi Espada y todos los que se han atrevido a cuestionar la política del tripartito catalán. En cualquier caso, las fotos de Sastre y Puig en calzones de verano es de lo mejor que se ha visto este año. Sé que muchos, desde su mezquindad más íntima, estarán secretamente satisfechos de que tales sujetos hayan conseguido mear en la piscina de Pedro Jota Ramírez.

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